San Pío I, reliquia en la Catedral de San Juan de Puerto Rico.



En el año 1848, el Obispo de Puerto Rico, Mariano Rodríguez Olmedo, visitó la ciudad de Roma y le pidió al Santo Padre el privilegio de traer a la isla algún tipo de reliquia del tiempo de los mártires. El Papa accedió a sus deseos y le dió permiso para que fuese a las catacumbas y recogiera la reliquia que prefiriera.
El Obispo Rodríguez Olmedo se propuso traer a Puerto Rico la reliquia de San Pío, uno de los primeros mártires de la persecución romana del siglo I de nuestra era. Al volver de Roma, el Obispo pasó por Barcelona, España, dejando allí la reliquia para que la acondicionaran y le hicieran una forma cerámica, de manera que pudiera conservarse por mucho tiempo. Al ser larga y difícil la labor, el Obispo tuvo que regresar a Puerto Rico , donde murió sin poder recibir en la Catedral los restos de San Pío.
En el 1868, el Obispo Carrión, quien estaba entonces en Puerto Rico, hizo un viaje a Roma, con el propósito de visitar al Papa. Al pasar por Barcelona, se le informó que en la ciudad se estaba guardando una reliquia que pertenece a la isla. Fue el Obispo Carrión quien finalmente consiguió traer a Puerto Rico la reliquia de San Pío.
Desde la época en que llegó a la isla, hasta 1933, la reliquia había permanecido con las mismas vestiduras y en la misma urna. Para ese mismo año el Señor Juan Sierra, fervoroso católico de San Juan, nuestro ebanista, buscó cumplir una promesa hecha tiempo atrás de cambiar las vestimentas de la Reliquia y construirle una nueva urna.
El miércoles, 15 de noviembre de 1933, entregó su obra terminada a la Santa Iglesia Catedral. Esa misma noche, el Padre Fermín Miedas de la Congregación de la Misión (Padres Paules), celebró un bello acto religioso en el que se bendijo la nueva urna.
La urna tallada por el señor Sierra, fervoroso cumplidor de su promesa, está trabajada de un sólo pedazo de madera, y ha sido labrada en cedro y caoba. Fue un trabajo de más de seis meses de duración, valorado para aquel entonces en más de doscientos mil dólares.
Cabe señalar que al abrir la vieja urna que por tanto tiempo había conservado los restos de San Pío, se encontró una copa en la que se cree se guardaba sangre del mártir. Pero la acción del tiempo había convertido lo que se conservaba en la copa un poco más que polvo.
(El Imparcial, 16/noviembre/1953, p.22)
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San Pío fue el noveno sucesor de San Pedro según la lista de Papas más antigua dada por San Ireneo. Ejerció su pontificado desde el año 140 hasta el 154 aproximadamente. Se le atribuye haber fijado la fecha de la celebración de la Pascua de Resurrección en el domingo siguiente al plenilunio de marzo. La tradición afirma que sufrió martirio por lo que fue canonizado, celebrándose su fiesta el 11 de julio.
Se le atribuyen muchos milagros, siendo uno arrojar los demonios del cuerpo de una doncella a quien afligían.

🌿 San Pío I, ora pro nobis. 🌿





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